Hace unos días, en clase de filosofía, el profesor nos dijo que era hora de empezar a hacer y evaluar las expresiones orales, la clase se alborotó un poco ante tal noticia, a lo que todos dimos a entender y algunos comentaros que si les daba vergüenza, que preferían no hacerla y que no querían que contase como una nota más para la evaluación. Por todo esto, el profesor nos preguntó: ¿Por qué os intimida hablar en público? Esta pregunta se me ha pasado alguna vez por mi mente, al igual que otras como: ¿Por qué a los demás no les cuesta tanto como a mi?, ¿qué siento cuando estoy ahí, delante de todos?, ¿será todo por culpa de mi inseguridad o de mi timidez?, ¿qué puedo hacer para remediarlo?...
Llegas a clase, es el día de tu exposición oral, la llevas trabajando varios días y quieres que salga bien y no aburra a tus compañeros, te sabes bien los puntos a tratar y cómo desarrollarlos, la has ensayado una y otra vez aburriendo a tu hermana, que la pobre no tiene más remedio que sentarse ahí, delante de ti a fingir que te escucha… empieza la clase, todos están sentados, el profesor está ahí sentado entre los alumnos, y después de unos minutos de clase anuncian que te toca a ti, tú, atacada de los nervios, sales, te plantas ahí delante de todos y los miras, después, se te escapa un bueno… y comienzas tu exposición. Sientes como vas relatando todo eso que ya te has aprendido de memoria claro porque con los nervios piensas que no podrás ir creando el discurso mientras hablas, notas como tus manos comienzan a sudar y tiemblan un poco de miedo, sabes que estás mirando al frente, pero miras al infinito, notas todas las miradas de los veintisiete compañeros, más la del profesor, que está ahí apuntando cosas en su ordenador, que, mientras sigues hablando y hablando sin pensar lo que dices, te preocupa si esas cosas que anota son positivas o negativas sobre tu exposición. Hablas acelerada cuando te acuerdas de todo, para terminar lo antes posible, o muy despacio cuando crees que estás apunto de quedarte en blanco o esa parte del tema no la controlas mucho. Llevas hablando ya varios minutos, para ti eternos, totalmente en tensión, con miedo a olvidar alguna parte importante en el tema. Finalmente acabas, te relajas, suspiras y miras al profesor, que pregunta a los demás si tienen algún comentario, duda o pregunta, algunos hablan, te preguntan a lo que si puedes responder ya no lo haces con la misma tensión. Después vuelves a mirar al profesor, pero sigues ahí, de pie delante de todos esperando a que el profesor te corrija los fallos. Ahora si ha terminado tu exposición oral, vuelves a tu silla, te sientas y sonríes porque todo ha pasado, ya sólo te quedan dos, hasta dentro de unos meses.

¿Por qué a los demás no les cuesta tanto como a mí? Es cierto que no a todas las personas les intimida mucho hablar en público, esto puede ser debido a que son más extrovertidas y al expresarse en público no están en tensión, se sueltan y por tanto actúan con más naturalidad de la que puede tener una persona más tímida…
Cuando hablo en público noto como mi capacidad de concentración y de expresión sobre lo que digo disminuye convirtiéndose en casi nula, debido a que desde que me pongo delante de todos estoy pensando que tengo posibilidades de quedarme en blanco, pienso que estoy más nerviosa de lo que en realidad estoy, lo que hace que aún me ponga más nerviosa, pienso que lo voy a hacer mal, que me da vergüenza, lo que aumenta las posibilidades de que mi exposición salga peor, ya que en casa, con sólo mi hermana delante salía perfecta.
¿Qué podría hacer para remediar todo esto, para no ponerme tan nerviosa ante tal acto y poder hacerlo lo mejor posible? En primer lugar, sería bueno auto convencernos a nosotros mismo de que todo va a salir bien, ya que lo llevamos bien preparado, lo hemos trabajado mucho y que al fin y al cabo son unos minutos y tampoco es para tanto, después, si es necesario, hay quien recomienda hacer unos ejercicios de relajación antes de salir ante el público, como inflar y desinflar una bolsa con la boca, inspirar…
Por tanto, evitar las situaciones en las que tenemos que hablar en público porque no nos gusta no lleva a ningún lado, pero por el contrario, afrontar estas situaciones ayuda a superarlas.
Por esto, podemos decir que nos intimida hablar en público por el miedo al fracaso, el miedo a hacer el ridículo delante de muchas personas, la timidez, la inseguridad…
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